Características

  • Armas a distancia

    Los cazadores de demonios hacen que lluevan flechas o proyectiles sobre el campo de batalla o se dedican a liquidar a los enemigos distantes con una precisión que los demás héroes no pueden ni imaginar. En su arsenal se cuentan arcos largos, granadas, armas arrojadizas e incluso ballestas de dos manos.
  • Trampas

    Cuando siguen el rastro de manadas de demonios o de horrores gigantes mucho más fuertes que ellos, los cazadores avezados se preparan con antelación. Atraen a sus enemigos hacia minas, abrojos o trampas de cuchillas para asegurarse una victoria fácil e infalible.
  • Magia sombría

    Con tal de luchar contra las fuerzas de los Infiernos Abrasadores con más ventaja, los cazadores de demonios se valen de la magia apócrifa. Son capaces de ocultarse en la oscuridad, frustrar los ataques enemigos y deslizarse entre las sombras para acechar a su presa.
  • Tácticas de batalla

    Todos los cazadores de demonios sufren el trauma y el dolor del pasado; a pesar del destino que han elegido, no quieren volver a experimentarlos. Por eso mantienen a raya a sus enemigos con flechas incapacitantes o los ralentizan con boleadoras; cuando se acercan demasiado, lanzan bombas de humo para escapar.

Recurso: Odio / Disciplina

Los cazadores de demonios siempre están en guerra con ellos mismos. Nunca podrán volver a sus antiguas vidas, pero persiguen y matan a los demonios sin flaquear. Los cazadores que viven lo suficiente para entrenar a otros se vuelven calculadores y cuidadosos, pero su instinto sigue pidiendo responder a la violencia demoníaca con más violencia.

Cada flecha que disparan está llena de rencor; prácticamente todos sus ataques son fruto del odio, una cólera fría y justa que aniquila toda piedad que pudieran sentir por sus presas. Su odio es prácticamente infinito; se recupera rápidamente, de forma que incluso fuera del combate a los cazadores de demonios los consume la sed de venganza.

Los cazadores que quieren prosperar deben aprender a complementar su odio con un segundo recurso: la disciplina, la precaución y la sangre fría que les permite vivir para seguir matando.

La disciplina es un recurso valioso. No solo se recupera lentamente, ya que requiere más reflexión y paciencia que sus ataques basados en el odio, sino que es la fuente de todas las maniobras defensivas: las trampas, los saltos que permiten huir de garras y colmillos o las acrobacias con las que esquivan lluvias de púas y flechas.

Para un cazador de demonios es muy fácil quedarse inmóvil, lleno de odio, mientras lanza ráfagas de proyectiles a sus enemigos, pero si descuidan su disciplina y no se defienden se exponen a una muerte segura. Un delicado equilibrio entre el odio y la disciplina es la clave para la supervivencia de la mayoría de cazadores.

Los cazadores de demonios son justicieros incansables que ejecutan a sus objetivos con un amplio arsenal de armas a distancia. Se agazapan y afinan su puntería lejos del peligro, con la ayuda de arcos, trampas mortales y proyectiles que acaban con los monstruos que asolan su mundo.

Los cazadores de demonios también cuentan con una capacidad extraordinaria para diezmar grupos de enemigos con ráfagas de disparos, salvas de flechas y explosivos. Su puntería infalible también les permite enfrentarse a los demonios más duros a una distancia prudencial: son capaces de disparar a objetivos lejanos y dar un salto hacia atrás a la vez que disparan si los enemigos avanzan.

Sin embargo, la especialización en el combate a distancia por encima del combate cuerpo a cuerpo significa que los cazadores de demonios corren el peligro de verse rodeados o acorralados. Las habilidades de huida como los saltos mortales y los ataques calculados para ralentizar o incapacitar a los enemigos son igual de vitales para la supervivencia de un cazador de demonios que las flechas de su carcaj.

Historia

“Ríe mientras puedas, demonio. Voy a por ti.”

Aquellos que se hacen llamar cazadores de demonios no son ni un pueblo ni una nación. No han jurado lealtad a ningún rey. No son más que un vestigio, un eco, de personas que lo perdieron todo ante el terror. Cuando los demonios prendieron fuego a sus hogares y masacraron a sus familias, la mayoría de los refugiados traumatizados renunciaron a la vida... pero algunos enterraron a sus muertos, se organizaron y juraron venganza.

Aunque son escasos en número, los cazadores tienden emboscadas a los demonios con la convicción de que si salvan una sola vida, el mundo será un lugar mejor. Tras un largo día de caza, muchos de ellos aún experimentan pesadillas en las que reviven los horrores que tienen en común: garras que desgarran miembros, hombres y mujeres que se ahogan en su propia sangre...

A veces los cazadores de demonios también presencian estas cosas cuando están despiertos. Pero ahora por fin tienen la posibilidad de contraatacar.

No se atreven a soñar con la victoria, ni mucho menos con la paz. Pero siguen cazando. Es lo único que les queda.

Leer la historia del Cazadora de demonios

Equipo

Los cazadores de demonios están adiestrados para hacer frente a la oscuridad con una combinación poco corriente de estilos de lucha y armamento que solo ellos dominan. Son maestros de la ballesta de mano, un arma a distancia de recarga rápida capaz de coser a los demonios a flechazos en un abrir y cerrar de ojos. Los cazadores de demonios manejan las ballestas de mano con tanta pericia que son capaces de llevar una en cada mano, lo que duplica la cantidad de flechas que disparan y por lo tanto la cantidad de demonios que caen.

Evolución de la armadura

Los cazadores novicios llevan prendas de cuero ligeras y flexibles que les cubren los antebrazos y la garganta y ocultan sus rostros con capuchas que les ayudan a mezclarse con las sombras. Los protegen del sol, pero poco más.
Las armaduras avanzadas cuentan con placas ajustadas y de cuidada elaboración. Cuando encuentran materiales superiores, hasta los cazadores más pragmáticos se permiten ciertas concesiones a la ornamentación de sus musleras y capas.
El equipo más poderoso está lleno de ganchos, púas y máscaras que protegen el rostro de los cazadores sin entorpecer su visión ni lo más mínimo. En armaduras como esta es posible ocultar una cantidad impresionante de flechas y artilugios varios.